El castro celta del monte de Santa Tecla acoge la mejor panorámica entre los 2 países vecinos: España y Portugal, separados por la desembocadura del río Miño. Las maravillosas vistas tienen aún más valor si hacemos un viaje en el tiempo: los habitantes de este ancestral poblado galaico, situado a 341 metros de altura, llegó a acoger a unas 5.000 personas allá por el siglo I a.C., siendo uno de los más grandes asentamientos celtas del noroeste peninsular. La visita de sus múltiples viviendas ovaladas realizadas en piedra, nos transporta a épocas históricas remotas, lo que se convertirá en una experiencia mágica e inolvidable con el fulgurante atardecer sobre el océano como telón de fondo.